Una fresca mañana de otoño me saluda hoy al levantarme. Observo una fina llovizna que reverdece los campos, unas gotas adornan los cristales de mi ventana. Al fondo, el lago aún duerme. Los árboles del bosque se mecen en un rítmico vaivén, queriendo arrullar a los pájaros. Los notros, con su bello traje rojo, no se han acostado todavía, lucen espléndidos, adornando el camino.
El volcán duerme perezoso esperando por su amigo el sol, para que lo caliente y lo anime.
Me visto y decido pasear bajo la lluvia, disfrutando del magnífico paisaje otoñal. La dulce melodía del agua envuelve mi alma. La fragancia del bosque, el canto de los primeros pájaros y el silencio me acompañan.
Doy gracias a Dios por el magnífico cuadro y por la serenidad de mi alma.
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me acaricia
la lluvia y el frío otoñal
alma serena
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